Textos publicados e inéditos, incluyendo material gráfico y desgrabaciones de conferencias, entrevistas en televisión y radio, etc.

CONVERSACIONES SOBRE CONOCIMIENTO POPULAR (1): Un artículo en coautoría con cinco conocedores locales

Héctor Alancay

Rubén Alancay

Ricardo Alancay

Eulalio Lamas

Cecilio Mamaní

Mario Rabey (2)

Salinas y salineros

[Ricardo Alancay]

Él va a testimoniar y nosotros podemos ser legítimos testigos de lo que él va a decir. O sea, conferencia de prensa no hay. Hoy les presento a Don Eulalio Lamas para que nos cuente la vida del salinero.

[Eulalio Lamas]
Bueno, todos los que están presentes, vamos a hacer una char­la con respecto a lo que manifiesto.
Con respecto a la explotación de las sa­li­nas, en años anterio­res, desde que yo conocí, las salinas era adonde ex­traían la sal, nadie cobraba. Era nuestro, vamos a decir así, nues­tro, prácticamente nue­stro. Había ciertas épocas en que ha­bía una conglomeración de sali­neros, de arrieros.

Venían de le­jos: por ejemplo, de Santa Cata­lina, de Santa Victo­ria, de Yavi (3), con treinta o cuarenta o cin­cuenta animales. Eran tres, cuatro, cinco arrieros, según la tro­pa. Es­tos hom­bres llegaban a las salinas y si no tra­bajaban ellos la sal, ocu­pa­ban changueros. La sal se pre­sen­ta en el lugar en forma de ro­ca, pero a una pequeña altu­ra (4) que va acrecen­tando de acuerdo a la distancia (5). Por ejemplo, esto todo que sea (6), en­tonces de aquí va en­trando de a poco. Ahí en el medio debe estar más o menos a un me­tro o dos.

Entonces esta gente trabaja la sal, como ocupaba changueros: era a la orilla, a donde estaba más o menos la carga de burro. Y así esta gente venía y hacía las cargas que necesitaba y no le costaba un cinco, sacaba la sal, absolutamente nada. Bueno yo creo que to­dos son de la quebrada (7): ¿hay alguno que no conoce lo que se necesi­taba para el aseguramiento de la sal sobre el lomo de burro? Bueno, esta gente traía sus burros, traía otra cosa que se llamaba carona: era un artefacto que se colocaba sobre el lomo del animal, hecho de cuero, con una altura más o menos de cuatro o cinco centímetros.

[un interlocutor]

Discúlpeme señor: cómo hacían para sacar la sal?

[Eulalio Lamas]
Bueno, pasemos a ese tema entonces. La sal la sacaban por intermedio del hacha. Esa gente que venía al lugar ocupaba changueros y los changueros tenían el hacha para sacar o en su defecto ellos traían el hacha y con eso cortaban la sal como unos adobes (8), en los listones. Los listones eran unos bancos grando­tes como de aquí a esa mesita. Claro, una costura que se decía, se des­pejaba un tanto así para ver el pedazo que íbamos a sacar. En­tonces hacíamos una lí­nea así y por esa línea se cortaba la sal y después seguiría de acuerdo más o menos a la carga o al cajoncito que se quería sa­car.

[un interlocutor]
Claro, esa sería en forma de listón.

[Eulalio Lamas]
Claro, listón. Bueno, una vez que está la trinchada -trinchada le llamaban antes, nos acostumbrábamos nosotros en el len­guaje nues­tro-, una vez trinchada la sal, se hace un mon­te. En­tonces, cuando está mansito, según a lo largo y a lo ancho, de acuerdo a la carga, tiene que hacer cuatro, cinco horas o más, porque había gente que traía por ejemplo 7O, 8O, 1OO burros y para completar esa carga te­nían que es­tar un día o dos días, según.

[el interlocutor]
Claro, según los changueros.

[Eulalio Lamas]
Y según los arrieros. Bueno, como lo estaba diciendo, eso se­ría para trabajar la sal, para acondicionar, y para transpor­tar. Entonces, como les estaba diciendo, que esta gente o noso­tros sabía­mos utilizar como dije la carona que era hecha de cue­ro de ove­ja, de un espesor de cuatro o cinco centímetros de espesor. ¿Para qué? Pa­ra que no le lastime la sal al lomo del animal.

Y para sujetar so­bre del animal se necesitaba un lío para acollararlo un pan con otro. Bueno, hecho esto, para asegurarlo para que no se caiga se uti­lizaban sogas, hechas de lana de ovejas o de lla­mas, se pasaba por debajo de la panza del animal, se pasaba la cin­cha. Eso era ya para caminar con la carga sobre el lomo del animal.

Una vez ya recorrida la distan­cia durante el día y para donde se quedaba el arriero, se descargaba tal como se cargaba, y para asegurar los animales se utilizaba una manea. Ese lugar adonde siem­pre se quedaba el arriero se lla­maba realero, hornada. Y ahí tenía­mos que quedarnos todos por­que el animal ya cono­cía la hor­nada y él mis­mo, porque estábamos ca­mi­nando y el ani­mal ya estaba, ¿cómo po­díamos decir?, ya estaba ama­es­trado, se hacía a un lado del camino, de la huella. Ya sabía el ani­mal. Entonces todos seguían.

Una vez descargados los animales les llevábamos a cierta distancia y les po­níamos la seguridad que se lla­maba manea, también hecha de hilo de oveja o de llama, lo que sea. Es­te instru­mento era doblado: por ejemplo un hilo grueso en uno de los extremos -era de más o me­nos cuarenta centímetros, un poquito más-, en uno de los ex­tremos lle­vaba un ador­no, una po­rra. Bueno, eso sería para seguri­dad del ani­mal. A todos los animales teníamos que asegurarlos con la manea.

Entonces, esa tropa tenía un animal donde lleva­ba en el cogote una campanita de bronce que se llamaba cencerro, con un badajito chiquito: ese animal se llamaba marucha. Bueno ya es­ta­mos de vuel­ta, ya es­tamos de vuelta de la salina con toda la car­ga. Pero ese ma­rucho te­nía que haber desde el princi­pio desde que salía de la ca­sa hasta que volvía otra vez a la casa.

Ese era una madrina: el cen­cerrito, el ruido ese atraía a los demás animales; a donde estaba el cence­rrito ese, ahí estaban ca­si todos los demás animales. Algunos capri­chosos, algunos mañeros se escapa­ban a lo mejor un poco más. Bueno, eso era del arriero, del salinero o de cualquier arriero, no sola­mente del salinero. Bueno ya hemos llegado al destino con todas esas cosas, pero ahora vamos a pasar un poco más atrás.

El control sobre la sal: campesinos, políticos y empresarios

A partir de mil novecientos sesenta y no sé cuánto, me pa­rece, no re­cuer­do muy bien, en la época de la gobernación del Doc­tor Guz­mán, se ha enajenado las salinas, se ha dado no sé a qué em­presa pa­ra que la explote. Y entonces los salineros ya hemos qued­ado margi­nados, ya no éramos dueños de entrar donde queríamos, donde no­sotros queríamos sacar la sal. Entonces ya nos cobraban. Si nosotros que­ríamos la sal, la sal buena, obligadamente teníamos que ir allá y decir: "bueno, señor, ¿me vende o me da permiso?". Pero el per­miso no era así no más. Teníamos que pagar piso, la carga nosotros teníamos que comprarla a estos señores.

Ya no, ya ha cambiado to­talmente la forma de traer la sal y yo creo ... no, no creo, sino que verdadera­mente es así: el año pa­sado, no sé en qué tiempo, el año pa­sado se ha promulgado una ley por nuestros legisladores de que se iba a am­pliar la zona de reserva. Ante todo, nos han dejado un pe­dacito, pe­ro el pedacito para nosotros no servía para nada. Esa sal que nos han dejado un pedacito era in­ferior, el que trabajaba la sal esa sal, así como estaba ha­ciendo, se trinchaba, se raya­ba, pe­ro todo muy poco: se utilizaba o se desmoronaba una sal muy inferior.

[un interlocutor]

Claro, porque en realidad, en el mismo piso de la salina, al largarlo se iba en pedazos.

[Eulalio Lamas]

Claro, se hacía pedazos.

[el interlocutor]

Mientras que antes, de donde antes se sacaba, los lugares como Piedra Chata, que son de donde se sacaban los panes, son to­tal­mente sólidos: si lo tira, o si el animal al cojearse, se voltea, no pasa nada.

[Eulalio Lamas]

Era así. Bueno, no sé si viendo esa necesidad o no sé, no en­tiendo yo, eso se ha ampliado, dicen que se ha ampliado el anteaño pa­sado, no sé, ¿cuándo fue?

[Rubén Alancay]

En el 86. Quiero dar datos un poco más preci­sos. En el último gobierno constitucional que hemos tenido del in­geniero Snopek, se sanciona una ley provincial en la cual de­cían to­dos los diputados por unanimidad que iban a ex­propiar las sa­linas para devolverlo a los nativos, a los de la Que­brada y la Puna. No me acuerdo con exactitud el número de la ley, si no es 4312 es 4316.

Nosotros veíamos eso con gran alegría y con gran algarabía a la vez, porque íbamos a volver de nuevo quizás a los roles ante­riores de nuestros ancestros, en donde la sal se llevaba no solo para el con­sumo de uno sino que lo traían para la quebrada. Donde no­sotros, los arrieros de allá, venían con la car­ga de allá y cambia­ban con fruta, con papa, con maíz y era un medio de vida entre las comunidades abo­rígenes anteriormente, que hoy no es, como decía el abuelo (9). ¿Por qué? Porque tenemos que ir a ver al pa­trón y ese pa­trón ni siquiera es nativo, sino que es un tal Romero de Sal­ta y otro cordobés que no me acuerdo si es Murúa. No me acuerdo el nombre con exactitud: hay tres dueños en este momen­to en la salina.

Cuando fue sancionada esta ley, que a nosotros nos parecía bien, en otras comunidades tratábamos de organizar­nos en cooperati­vas o en asocia­ción de salineros, porque pensábamos explo­tarla a la sal, porque era una fuente de trabajo para los mismos jóv­enes de ahí para evi­tar el desarraigo. Y en el 86 vuelven a modi­fi­car esa ley, en la cual dicen que las salinas se entregarán a ter­ceros y los terce­ros se ha­rán cargo de ocupar como mano de obra a la gente del lugar: esto ya era una contradicción total.

[un participante]

Bueno, una burla.

[Rubén Alancay]

Si, como una burla al pueblo. Donde nosotros veíamos que los mismos estos cordobeses ... Ni siquiera uno de la puna se ha ocu­pa­do, porque todos llevaban camiones y máquinas de allá de Córdoba y nada que ver con nosotros. Incluso, cuando había notas de la co­muni­dad de Rinconadilla, de Alfarcito y de parte de acá del Colora­do, del Departamento de acá de Tumbaya, reclamando eso, entonces de­cían los di­putados: "sí, pero para eso tienen la Dirección de Mi­nas que va a hacer un informe y a ustedes no se los va a dejar de lado; cré­annos por fa­vor, créannos a nosotros y les vamos a hacer el área de re­serva ahí, de donde ustedes van a poder extraer la sal". Bueno, un po­co era para despistar a la gente y nosotros veíamos que esto era una farsa, por­que yo en ese momento era también parte de ese gobier­no provincial (10).

Van los de la Dirección de Minas, no sé cuántas son las hectáreas, pero según ellos son miles de hectáreas que iban a de­jar como zona de reser­va. Entonces no­sotros pen­sábamos y creía­mos que íbamos a llegar hasta la parte donde está el señor Ro­mero, pe­ro re­sulta que no: era del terraplén que van a hacer ahora pa­ra el Paso de Jama y más arri­ba todavía y todos los bordos, que tiene are­na, caliza y ba­rro: no tiene más nada. Esa era la zo­na de reserva de la salina. Y esto para noso­tros es una farsa.

O sea que a la gente de la Puna nunca se la ha tenido en cuen­ta, ni si­quiera en centros poblados como éstos, no hay ni siquiera las au­to­ri­dades de este pueblo o de cualquiera, no hay quien nos de­fienda. Ano­che decían lo mismo, cuando habla un Coya, un ojotudo, no se tie­ne en cuenta, porque no es gringo, porque es de otra raza o su cultura es baja.

Yo creo que no tiene que ser así. Si los pueblos quieren progresar es cuando nos empecemos a respetar por nues­tras pro­pias culturas que tenemos, el de Occidente a Occidente y lo de Amé­rica a América, pero respetémonos como personas con derechos, con dignidad humana como todos. O sea, que esto es lo que tendríamos que ver en las salinas.

También yo estoy seguro que nosotros, por más que gritemos los puneños allá, a nosotros no nos dan ni cinco de cen­tavos aquí en Jujuy. Así como estábamos en unanimidad, todos los diputados peronistas, radica­les, emepejotistas (11) han aprobado esa ley, así también todos, radica­les, emepejotistas y peronistas han disuel­to esa ley para cambiarla. O sea que nosotros, la puna y la quebra­da, yo creo que no tienen nin­gún representante legal ante la cáma­ra legislativa o ante el gobier­no provincial o nacional.

[un participante]

Eso es cierto.

[otro]

Eso es cierto.

[otro]

Muy bien.

[otro]

Toda la verdad, sobre todo en la puna no hay nadie.

[otro]

Bueno yo creo que en la Puna nosotros tenemos un diputado ne­grito, petisito, igual que nosotros, pero nada que ver con nosotros, porque están cuidando todos los intereses de las multinacionales o de los que ponen la plata para ponerlo. Nosotros no podemos decir na­da, estamos muy marginados.

[otro]

Conozco aquí diputados que son la expresión suprema del al­ma del pueblo, de la cultura local y que incluso lleva el nombre, el nombre propio de la gente nuestra de acá, ¡qué raro!.

[otro]

Pero eso es una burla: no tiene nada que ver.

[otro]

Esta gente de la quebrada y la puna (12), es la misma gente que está en contra de los suyos.

[otro]

Exactamente.

[otro]

Eso es.

[Rubén Alancay]

Exactamente. Yo creo que un Coya, si se viene a la capital, en cualquier momento se vuelve más negrero de lo que son otros. Eso es la verdad. Yo me acuerdo en el ‘83, cuando empezaba la campaña po­lí­ti­ca, cuando volvíamos a la democracia (13), a mi no me tenían en cuen­ta. Pero sí, yo estaba dentro de la Iglesia Católica trabajando con la co­munidad (14), y entonces empezaban a acercarse muchos políti­cos, pe­ro yo no entendía casi nada de política porque no lo había visto. Si yo me acuerdo, en la última época constitucional yo tenía 14 años, na­da que ver.

Y entonces, cuando sucede esto, te charlaban unos, te charlaban otros, que "mirá hermanito", que "nosotros te va­mos a po­ner esto", que "te vamos a poner esto otro"; ¡uh!, “mirá, que vamos a trabajar pa­ra tu pueblo, vamos a trabajar con tu comuni­dad". Muy bien, vos sos joven, no te vas a entregar al lobo; y cuan­do vos quieres salir de ahí, no podés. En el mismo ‘83, al final del ‘83, cuando ya estaban posesionados como gobierno, a nosotros no nos da­ban nada. Hasta que empezamos a conocernos, digamos, entre noso­tros, y empezar a traba­jar en comunidad y empezar a pelear al dipu­tado: "señor, usted me ha prometido esto"; -"sí, pero no hay plata, vos sabés que el otro go­bier­no ...". Se echan la culpa del uno al otro (15).

O sea que yo creo que el pro­blema de los argen­tinos, es uno, la menti­ra, que todos nos mentimos. Aquí hay que de­jar de mentir y de­cir to­dos la verdad, hay que ser valientes. La ga­rantía no es decir "yo ha­go patriotismo". Pero el pa­triotismo, si está la injusticia, si aquí en la Argentina existen dos Argentinas, la Argentina rica, po­derosa, con mucha plata, y otra la Argentina pobre, que no tiene qué comer, esto es lo que hay que cam­biar en la Argentina, no tiene que haber esa farsa. O sea lo que yo creo que tiene que haber es since­ri­dad entre nosotros como argenti­nos para poder cambiar nuestro país.

Tejidos y tejedores: valor y precio

[Armando Álvarez]

Está también Don Cecilio, que nos va hablar del tema de los tejedores. Como la gente de Barrancas tam­bién son tejedores, yo le pediría a Don Cecilio que nos diga como va esta cuestión de los tejedores. Así como lo están viendo los herma­nos de Barrancas, los problemas, qué se podría hacer, cómo lo hace­mos, en fin, lo mismo que los tejedores de Barrancas: qué nos apor­ta.

[Cecilio Mamaní]

[Antes de empezar a tejer, durante] ocho años me fui para los ingenios (16). He estado ocho años en los ingenios y después volví a mi casa porque me tocaba el servi­cio y de ahí, como a los 25 años, después que he venido de la cons­cripción, he agarrado el telar y ya tengo 77 años, o sea 52 años de tejido. Y he hecho más de quinientos ponchos, en el pueblo de Tilcara y en todo el Departa­men­to y mis obras se han ido a la ciudad de Jujuy, se han ido a Sal­ta y han ido a Córdoba. Obras buenas han sido, obras de vi­cuña que se han llevado a Córdoba son muchas.

Y después he aprendido a tejer al­paca, vicuña, guanaco, lla­ma, lana común de oveja. Y ahora me veo viejo: ya tanto tejer pero nadie me da ninguna importancia. Me tie­nen ahí que "ya te jubila­mos", que "ya te vamos a pensionar" y hoy no hay nada, todo es men­tira, todo es inválido, hoy no se cobra (17) . Eso no podía ser. ¿Cuándo podía ser?: la mentira ya debía terminarse como aquí. Otros países no mienten tanto: son cumplidos.

Eso no pue­de ser: ya estamos, de la menti­ra ya estamos cansados en todo el país los ar­gentinos. Y ahora ya me veo viejo, ya no puedo trabajar, ya tengo inválido el pulmón y ya no trabajo. Enseñar (18) . Pero real tra­bajar para negociar ya no hay capacidad y eso debe ser to­do.

[Eulalio Lamas]

Bueno, entonces tomo la palabra yo. Quiero dar a conocer mi conoci­miento como artesano de la puna. No solamente yo, sino que todos los que es­ta­mos aquí somos artesanos (19) . De manera que, si quie­ro expresarlo en breves palabras, la confección de un barracán cor­te, el tiempo que nos lleva para hacer un corte o un ba­rracán, de seis me­tros pongamos el caso que le hagamos, y nosotros allá no te­nemos má­quina para ha­cerlo el hilo.

Entonces, ese barracán de seis metros, el hilado nos lleva ... según, si hay gente que son ligeras pa­ra hi­lar: por ej­em­plo yo para hacer un barracán de seis metros, lo hago al hi­lo más o menos en ocho o diez días. Y para ha­cer el barra­cán se ne­cesi­ta sa­ber la combina­ción de los hilos, po­nerlo, y hasta llegar a un cierto tipo de proceso para poder ya for­mar la tela. Y eso nos lleva, por ejemplo a mí me lleva dos días y para tejerlo se­gún el ma­triz puede llevarme para seis metros una se­mana o un poco más toda­vía. Ese es el trabajo de mí como artesano. Claro, yo ya no tengo esa habili­dad como de mozo y a los jóvenes les puede llevar qui­zás me­nos y eso quiero darles a co­nocer yo a uste­des. También la frazada, dependiendo también de la habi­lidad de la perso­na, del artesano, puede lle­varle en hi­lado una sema­na o más y la con­fección de dos a tres días. Eso no más, com­pañeros.

[Ricardo Alancay] (20)

A todo eso también, como tejedor, quiero ha­cer hinca­pié en esto. Así como Don Cecilio, mucha gente, muchos ma­yores se sienten frustrados por todo lo que estamos luchando para que esa si­tuación no se vaya a repetir, tanto en cuanto a lo que se valora a un tejedor, o a un salinero, o a un criador de llamas de la puna. Y hay que hacer hincapié en esto: en las horas trabajadas, los días trabajados. Aparte, lo fundamental es que el hombre que va a trabajar su barracán, su frazada, no va a especular con las horas de trabajo que va a poner: directamente va a trabajar, trabaja ocho ho­ras y son ocho horas de producción.

Y sumándole los días que puede in­vertir un arte­sano para hacer una frazada, de diez a quince días para ha­cer un barracán, de quince a veinte días para hacer un poncho, o a lo mejor por el hilado y por todo lo demás, de acuerdo a sus po­sibilidades puede llevarle un mes. Realmente la forma en que se ven­den las artesanías no tiene nada que ver: invertir el tiempo y el trabajo por lo que se paga por ese tra­bajo.

Es fundamental que noso­tros los artesanos podamos hacer es­to, que la gente no crea que se le está robando, se le está ven­diendo una cosa que no sirve. Una frazada, yo les puedo decir, allá en la puna nosotros la tras­ladamos a lomo de bu­rro, la tiramos en el cam­po, no es la comodidad de una casa típica de aquí y dura más de veinte a veinticinco años. De la misma forma, un poncho a uno le pue­de enterrar, como noso­tros nor­malmente hablamos. O sea que el precio de una pieza que apa­rentemen­te es caro, en cuanto a su dura­ción y en cuanto a la forma noble del material que tiene, porque to­do es lana pura: según se haga, no?, pe­ro normalmente trabajamos con lana pura de llama o de oveja.

Diga­mos, en eso nosotros nunca vemos valorado nuestro trabajo, ja­más. Estamos luchando aquí por intermedio de PIRCA por la coo­pe­rati­va en Barrancas, Don Cecilio por la escuela que tenía aquí, pero la­mentablemente también nos vemos impedidos porque el factor econó­mico es lo que nos limita demasiado a nosotros. Eso es lo que plan­teamos como artesanos, como locales de aquí.

Más allá de la artesanía: la agricultura, el turismo y otros recur­sos regionales

Incluso me animaría que se pu­diera tratar un tema después, so­bre to­do el de la agricultura, que es un problema que se siente mu­cho acá en la quebrada, porque es un lugar que se presta para eso. Vea­mos qué produci­mos, cómo pro­du­cimos; después cómo nos alimenta­mos, de qué nos ali­mentamos, y hasta dónde nos ayuda eso y has­ta dónde nos perjudica de forma no­table.

Al meter abonos químicos esta­mos arruinando la tie­rra, nos es­tamos haciendo nada más que para un solo tipo de produc­ción que después, a la larga, puede durarnos cin­co ó seis años, pero después, cuan­do quieramos ver, después de diez años de producir, nos vamos a dar cuenta de que estas tierras no sirven para nada. Y por eso creo que esa es una de las causas por las que mucha gente ha de­jado sus tierras aquí en la quebrada y tam­bién como nos pasó a to­dos. Lamentablemente en la puna y la quebrada tenemos que emigrar, desa­rraigarnos, no va­le nuestro trabajo, nues­tras cosas van quedando de lado, relegadas.

Otras cosas son las falsas promesas. Y todo eso hace que en el día un grupo de gente nos pon­ga­mos a pensar qué es lo que que­remos realmente para nosotros, para nuestros mayo­res y para nuestros hi­jos. Nosotros queremos estar en nuestras tie­rras, mante­nernos aquí en la quebrada y en la puna, no emigrar más. Por eso es­tamos de­fen­diendo nuestra tierra, nuestra frontera, estamos tratando de no te­ner tantos problemas como hay en las ciudades por el hacina­miento de la gente, porque no hay infraestructura para que se pueda vivir dig­namente allí.

Lo planteamos de una forma con­creta, y di­go que lo planteamos todos, porque hemos charlado los grupos: aquí la gente que estamos planteando esto estamos convencidos de que tenemos que que­darnos. Pero para esto, también tenemos que enseñ­ar que lo que ha­cemos sirve. Esto es una fuente de trabajo que no ne­cesita grandes inversiones: solamente de lo que nosotros podemos ha­cer con nuestras manos y de nuestro trabajo.

Que se incentive el turismo, pero bien intencionado, de una forma concreta, cabal, correc­ta. No tipo gran­des infraestructuras, muchas cosas que se van en pro­yectos demasiado irrealizables. Esto es lo que hay que tratar de to­mar conciencia to­dos. Creo que a todos de alguna forma nos beneficia una posición clara, sencilla, que sea concreta. No podemos pretender que esto suceda de un día a otro.

En nuestra pro­vincia yo he escuchado hablar a mucha gen­te. Dice: Jujuy es demasia­do caro para vivir como turista. Y den­tro de Jujuy, Tilca­ra es demasiado caro, lo más caro to­davía. Yo creo que la gente que quiere en estos momentos trabajar con el turismo está pensando en una forma equivocada porque no res­peta, piensa que a lo mejor, no sé si hay alguien que se sienta to­cado, quisiera que me lo remate, ¿no?, el hecho es que en quince días no se pue­de ganar lo que se gana en un año de trabajo.

Es preferible que tengamos toda la vida, todo el año aquí en Tilcara mucha gente, co­mo aquí en la quebrada y en la puna también puede ser después para que podamos vivir dignamente todo el año. No venir con un machete y arrancarle la cabeza con los precios a la gente, correrlos. Estamos corriendo [a la gente] y estamos desprestigiando a toda la zo­na. Creo que ese es un error que nosotros también tenemos que hacer ver a nuestros pro­pios hermanos que piensan diferente.

Se pien­san que porque vie­nen hay que mostrarles algo, pero hay que co­brar­les primero. Y lamen­ta­blemente, nosotros para mostrar tenemos que sa­ber qué es lo que les mostramos, qué es lo que proponemos y des­pués decirle: vale tanto. A través de eso, cuando uno actúa de esa forma, creo que es más co­rrec­to que ambos veamos hasta donde po­demos llegar y se puede traba­jar bien. Nada más: eso es todo lo que quería decirles.

Tinturas naturales y artificiales: más sobre el valor

[Rubén Alancay]

Yo quería hablar sobre las artesanías, donde esta­mos pa­san­do por alto, yo creo, un dato que es muy importante, los re­cursos na­turales de la tintura. Van a ver que aquí entre los te­ji­dos que te­nemos hay colores con anilinas, pero Barrancas, o sea los ar­te­sanos de Barrancas están tratando de explotar los recur­sos natu­ra­les que tenemos, como ser la lampaya, el hollín, el chipi-chapi, pa­ra te­ner los mismos colores pero esos también cuestan lo mismo que cuesta una anilina.

El que nos vende la anilina nos saca el ojo, una onza (21) de anilina salía ayer cinco australes (22). Por eso, a lo mejor hay algunas cosas que se sien­ten caras, pero también es que el otro vive con la anilina, quiere sacar­ ventaja porque nosotros necesitamos eso, cuando antes se usaban otras cosas.

Creo que nosotros mismos hemos pasado a un lugar más cómodo y creo que en la artesanía tendríamos que volver a lo nuestro. Diga­mos, re­cuperar los colores que teníamos nosotros. La lampaya, que te daba un color vino tinto, y des­pués de­pende de la cantidad que se quiera poner y del color que se quie­ra sa­car. El hollin lo mismo, el chipi‑chape lo mismo, lo mismo el kinchamal, del que se sacan los colo­res verdes, los amarillos o verde claro.

Y eso, nosotros que­remos también que dentro de las artesa­nías, o sea dentro de nues­tros artículos re­gionales que vende­mos, también se tenga en cuenta. No es lo mismo com­prar anilina que hacer la lampaya que hay que mo­lerla, que lleva a un cierto tiempo también de trabajo; eso también se debe tener en cuen­ta en las arte­sanías. No sé: algún otro ar­te­sano que más o menos pueda explicar.

[Héctor Alancay]

Claro, con respecto a la cuestión de los teñidos naturales, también con­viene comprar la anilina, pero por parte yo lo veo me­dio engañoso, porque al comprar la anilina, ¿qué trabajo lleva?. La pagás los australes que sean, pero uno va, tiñe rápido; pero con la cuestión de los teñidos naturales, es un trabajo bastante.

Para mí, es bastante trabajo porque lleva un montón de tiempo para enjuagar, y volver a jabonar, cosa que no quede nada del teñido que muestre, cuando uno lo golpea que salga el polvo o que quede con el olor de la planta que se tiñe: se lo quita con jabonado. Así que no sé, yo veo también que cuestan bastante los teñidos con colores na­turales.

[un participante]

Claro y además de eso, los colores naturales son co­lo­res más fijos que los de la anilina.

[Otro participante]

Por eso cuesta mucho.

[Otro]

Que cuesta mucho. Es un color firme ya: un color serio que no desaparece.

[un tilcareño]

Por acá también para el teñido natural se usa el nogal y es casi lo mismo que la lampaya. Cuesta lo mismo y da un color amari­llo, que da la cáscara.

[Rubén Alancay]

Después también en la Provincia de Jujuy, lo que yo veo es cómo los legisladores anteriormente han legislado una ley, para el Código Rural, sobre todo protegiendo a los asnos, a los burros: pero no hay una ley que proteja al artesano. O sea que den­tro de la pro­vincia hasta a eso se han dedicado los legisladores, pero a los ar­tesanos no se los tiene en cuenta. Para que nosotros tengamos en cuenta si algún día nos candidateamos.

[Armando Álvarez]

Bueno, yo invito a todos los presentes para esta noche a las 22. La comunidad de Barrancas va a presentar una obra que realiza todos los años el primero de noviembre en Barrancas que se llama Yunga de Todos los Santos. Que se va a hacer esta noche a las 22 y es una lástima que no estén las autoridades de la Secre­taría de Cul­tura, no sé si es una lástima o no sé si es en rea­li­dad una ventaja y es mejor que estuviéramos acá ayer,con la apolo­gía de un libro, con la apología de Sarmiento (23).


Notas

(1) Las conversaciones sobre conocimiento popular que aquí se transcriben se llevaron a cabo en Tilcara, durante enero de 1988, y fueron organizadas por PIRCA -Proyecto de Integración y Rescate de la Cultura Andina-, como parte de la Semana de la Cultura An­dina. PIRCA es una institución con sede en Til­cara y con grupos de actuación en varios lugares de la quebrada de Humahuaca -espe­cialmente Yacoraite y Tilcara- y de la Puna de Jujuy -espe­cial­mente Barrancas. Su fundador y coordinador es Ar­mando Álvarez. En la trascripción, se ha intentado respetar el estilo coloquial y de con­versación entre hermanos étnicos que tuvo el encuentro original. Esta nota y las restantes intercaladas en el texto, fueron re­dac­tadas por Mario Rabey, quien también hizo breves co­rrecciones, que, sin modificar el estilo regional, hicieran más fácil la lectura al eliminar las repeticiones de­bidas al ca­rácter oral de las exposiciones. También introdujo los subtítulos, para dar mayor agilidad a la lectura del texto en su conjun­to, y remarcar algunas de las categorías a su juicio más rele­vantes.

(2) Los autores son mencionados por orden alfabético. Los cua­tro primeros son nativos de Barrancas, de los cuales Ricardo Alancay habita en Tilcara (pero ver nota 20). Cecilio Mamaní es tilcareño. Mario Rabey es el compilador-organizador del texto y autor de las notas (ver nota 1).

(3) Se está refiriendo a tres poblados -y sus áreas circundan­tes-, ubicados respectivamente en los extremos noroeste (Santa Catalina), norte (Yavi) y nordeste (Santa Victoria) de los Andes de Argentina. La distancia en kilómetros entre las Salinas Gran­des de la puna jujeña, a las cuales se refiere Don Eulalio, y esas áreas es de unos 120 a 170 km. La distancia en tiempo de vi­aje, con tropas de burros y el tropero caminando, es de unas cua­tro a seis jornadas de ida y otro tanto de vuelta.

(4) Profundidad.

(5) Con respecto al borde de la salina.

(6) Aquí hace un gesto, indicando con las manos la profundidad de la sal en el borde de las salinas.

(7) Aquí se dirige a los interlocutores. La conversación se desarrolla en la sala de la Biblioteca Popular de Tilcara. Parti­cipan varios barranqueños -es decir, puneños-, entre los cuales la mayor parte de los que exponen, excepto don Cecilio Mamaní, tejedor de Tilcara. El resto, éramos casi todos residentes de Tilcara -es decir, “de la quebrada (de Humahuaca)”. En los Andes de Jujuy, existe un fuerte contraste ecológico entre Puna y Quebrada y un evidente contraste cultural –con base ecológica- entre puneños y quebradeños (Rabey et. al 1986).

(8) Se refiere a los bloques de barro sin cocer que se utili­zan como material básico para la construcción de paredes en esta región y muchas otras del mundo. Las dimensiones medias de los adobes son 40 cm x 30 cm x 10 cm.

(9) Don Eulalio Lamas y su sobrino nieto Rubén Alancay están señalando aquí una de las causas principales de la decadencia sufrida en las últimas dos décadas por el sistema de trueque re­gional que articulaba a la puna salto-jujeña con los valles meso­térmicos (quebrada de Humahuaca y valles altos orientales) y con el valle bajo de Jujuy, un sistema que ha sido detalladamente descripto por Rabey et al (1986) y Merlino et al (1988). En este caso, se trata de la limitación al libre acceso a la extracción de sal por parte de los campesinos, habitantes de los ecosistemas puna, quebrada y valles altos, lo que dificultó y encareció el aprovisionamiento de uno de los renglones básicos de intercambio.

(10) En 1986, Rubén Alancay ocupaba el cargo de Comisionado Mu­nicipal del Distrito de Barrancas, en la puna.

(11) Emepejotistas son los miembros del MPJ (Movimiento Popu­lar Jujeño) un partido político local de la provincia de Jujuy, surgido de un desprendimiento del partido radical en 1957.

(12) Se refiere siempre a los mismos diputados provinciales que son elegidos, supuestamente, como representantes de las áreas andinas de la provincia.

(13) A fines del último gobierno militar, cuando comenzaban los preparativos para las elecciones que llevaron al triunfo ra­dical en el nivel nacional -siendo elegido el Dr. Raúl Alfonsín como presidente- y al del peronismo en la provincia -siendo ele­gido el Ing. Carlos Snopek como gobernador-.

(14) Rubén Alancay fue -y seguía siendo en tiempos de la reunión de donde se tomaron estos materiales- uno de los tres anima­dores de comunidad, un cargo establecido en el marco de la es­tructura de la Iglesia Católica regional -la Prelatura de Huma­huaca, que abarca la puna jujeña, parte de la Quebrada de Huma­huaca y algunos valles andinos orientales, en la provincia de Salta-, como articuladores entre dicha estructura y las comunida­des locales andinas.

(15) Hay una referencia al hecho que el gobierno nacional estaba en manos de un partido político y el provincial en manos de otro, lo que solía ser usado como argumento por este último para justificar la falta de recursos para cumplir con promesas electorales.

(16) Se refiere a las plantaciones azucareras ubicadas en las tierras bajas, inmediatamente al este del pie oriental de los Andes, donde miles de campesinos andinos de Argentina y Bolivia son reclutados todos los años para las cosechas estacionales, en­tre abril y noviembre.

(17) Don Cecilio se debe estar refiriendo aquí a promesas re­cibidas por parte de funcionarios y políticos de conseguirle una jubilación o una pensión a la vejez, para las cuales ya tiene condiciones de edad hace doce años. Estas promesas forman parte de los recursos utilizados para la construcción de lazos de clientelismo político, especialmente en épocas de elecciones.

(18) En esos tiempos, don Cecilio estaba enseñando tejidos en unos talleres organizados con fondos de la Secretaría de Cultura de la Nación.

(19) Mientras que en la Quebrada de Humahuaca la fabricación artesanal de piezas textiles se ha convertido en un oficio altamente especializado -como en el caso de Don Cecilio Mamaní-, en la Puna de Jujuy es una actividad mucho más difundida, seguramente a causa de que la casi totalidad de los habitantes rurales -y muchos urbanos tienen majadas de ovejas y, muchas veces, llamas. La mayoría de la gente -incluyendo a los niños a partir de los ocho años- sabe hilar lana, y muchos adultos son tejedores habituales u ocasionales.

(20) Ricardo, hermano de Rubén, hace años que habita en Tilcara, aunque manteniendo fuertes lazos de pertenencia con su pueblo nativo de Barrancas. Su actividad principal es como teje­dor, habiéndose destacado por sus diseños de gran personalidad.

(21) En los Andes Centrales, en los intercambios realizados en ferias populares, se sigue utilizando como unidad de medida para ciertas transacciones en pequeñas cantidades (anilinas, hojas de coca, plantas medicinales, entre otras), la antigua onza, que equivale a un poco menos de treinta gramos.

(22) Aproximadamente un dólar al cambio de aquel momento.

(23) Se refiere a una charla dada el día anterior en la Bibliotea Popular de Tilcara.

Bibliografía mencionada

Merlino, R. J, Oz­coidi, M. y Sánchez Proaño, M.

l988 Persistencia y transformación del modo de vida andino en el extremo sur de los Andes Centrales. En S. Masuda, ed., Recursos natura­les andinos: 30l‑338. To­kio, Universidad de Tokio.

Rabey, M. A., Merlino, R. J. y González, D. R.

l986 Trueque, articulación económica y racionalidad campesina en el sur de los Andes Centrales. Revista Andina, 4 (l): l3l‑l60. Cusco.

Artículos de Mario Rabey en Internet

La lista no es completa, pero hay bastante ... Se linkean directamente:

Merlino, Rodolfo y Mario Rabey, 1981. ANTROPOLOGÍA APLICADA A LA INVESTIGACION Y DESARROLLO DE TECNOLOGÍA APROPIADA

Merlino, Rodolfo y Mario Rabey, 1993. RESISTENCIA Y HEGEMONÍA: Cultos locales y religión centralizada en los Andes del Sur

Rabey, Mario, 2005. Paisajes culturales y desarrollos locales en la ribera sur del Buenos Aires Metropolitano

Rabey, Mario, 2002. LAS CUATRO ESTACIONES: El saber, el proyecto y los cambiantes escenarios culturales

Rabey, Mario, 2001 (versión revisada en 2006). Quebrada de Humahuaca Patrimonio de la Humanidad

Rabey, Mario, 1987. TECNOLOGIAS TRADICIONALES Y TECNOLOGIA OCCIDENTAL: Un enfoque ecodesarrollista

Rabey, Mario, 1988. CREATIVIDAD TECNOLOGICA ENTRE LOS CAMPESINOS DEL SUR DE LOS ANDES CENTRALES

Rabey, Mario, 1988. Creatividad Tecnológica entre los Campesinos del Sur de los Andes Centrales

Rabey, Mario, 1988, revisado en 1999. LAGUNA DE POZUELOS: UNA RESERVA DE BIOSFERA ESTABLECIDA POR LA HISTORIA

Rabey, Mario, 1999. LA LAGUNA DE POZUELOS: CONSERVACION, DESARROLLO Y LOS DILEMAS DE LA SUSTENTABILIDAD

Rabey, Mario, 1990. CONOCIMIENTO POPULAR Y DESARROLLO

Rabey, Mario, 2000. Construcción de Conocimientos y Cuidado de la Biodiversidad: el caso de los pastores altoandinos

Mario Rabey, Carolina Abdala, Mercedes Naraskevicius y Matilde García Moritán, 1994. Hacer una Historia no es como dicen los libros: luchas por el significado y construcción de la Hsitoria en Campo Verde, Jujuy

Rabey, Mario y Omar Jerez, 2000. La Frontera en Tiempos del Cólera: Una Etnografía de Trashumancias Internacionales

Rabey, Mario y Omar Jerez, 2000. LA SUSTENTABILIDAD ESTÁ EN LA GENTE

Rabey, Mario, Ana Heras y David Burín, 2005. DESARROLLO, TRABAJO, DIVERSIDAD

Quebrada de Humahuaca Patrimonio de la Humanidad

Mario Rabey, 2001 (versión revisada en 2006)

QUEBRADA DE HUMAHUACA:

Un paisaje cultural producto del trabajo conjunto de la naturaleza y el hombre durante 10.000 años


Este trabajo presenta y sintetiza los principales resultados de un trabajo de diagnóstico realizado por el autor, con la colaboración de un equipo interdisciplinario, por contrato del CFI, destinado a la fundamentación de la postulación de la Quebrada de Humahuaca para ser incorporada a la Lista de del Patrimonio de la Humanidad (World Heritage List) administrada por UNESCO. En el equipo participaron, además, el Arq. Néstor José (subdirector y responsable del diagnóstico del patrimonio cultural colonial y republicano), Susana Chalabe (a cargo de la coordinación metodológico-científica), Natalia Solís (patrimonio natural -geología-), Liliana Lupo (patrimonio natural –bioecología-), María Ester Albeck (patrimonio cultural prehispánico), Magdalena Choquevilca (patrimonio cultural tecnológico-agropecuario), Flora Losada (patrimonio cultural inmaterial), Héctor Torres (organización social), Jorge Nalvanti (economía) y Lina Rodríguez (legislación y documentación).

PRESENTACIÓN Y ENFOQUE

La Quebrada de Humahuaca, un territorio enclavado en el sur de los Andes Centrales, con testimonios continuos de más de diez mil años de ocupación humana y un paisaje resultado del trabajo conjunto de una naturaleza singular y los hombres que la habitaron y la habitan[1], será propuesta por el Gobierno de la Provincia de Jujuy para ser postulada por la Argentina para su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial (World Heritage List) administrada por la UNESCO e instituida por la Convención Internacional del Patrimonio Mundial en 1972.

El Decreto No. 2319/00 del Gobierno de la Provincia de Jujuy declaró de interés prioritario al proyecto, así como a todas las acciones conducentes a su logro, en el ámbito de la Secretaría de Cultura de la Provincia.

Una Resolución de la Secretaría de Cultura de la Provincia designó el equipo técnico que está a cargo de la formulación de la propuesta, con la dirección del antropólogo Mario Rabey, la subdirección del arquitecto Néstor José, y la participación de un equipo interdisciplinario. Sobre la base de un primer informe del equipo, la provincia de Jujuy ha solicitado al Gobierno Nacional la inclusión de la Quebrada de Humahuaca en la Lista Indicativa de Bienes del Patrimonio Mundial.

Asimismo, se desarrollan diversas tareas de gestión intersectorial, en el ámbito del gobierno de la Provincia y de sus municipios, orientadas a la formulación de un Plan de Gestión para la protección ambiental y patrimonial de la Quebrada de Humahuaca, que ya ha sido declarada paisaje protegido por una Ley Provincial.

Las poblaciones locales están siendo convocadas a participar en el Proyecto, a través de los Municipios, y se espera que esta convocatoria permita garantizar un alto involucramiento de las comunidades, especialmente de las poblaciones indígenas, herederas de la riquísima tradición cultural de la Quebrada.

De esta manera, en el proyecto se conjugan:

Un paisaje cultural de valor excepcional con representatividad regional

Un equipo científico interdisciplinario

Trabajo gubernamental intersectorial

Diseño de un Plan de Gestión ambiental y patrimonial

Participación de las comunidades indígenas y otros pobladores



LA QUEBRADA DE HUMAHUACA COMO PAISAJE CULTURAL

La postulación de la Quebrada de Humahuaca para la Lista de bienes del Patrimonio Mundial será hecha en la categoría de paisaje cultural. Esta categoría de bienes patrimoniales ha sido incorporada por el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1992[2], para contener las obras producidas por la acción combinada de la naturaleza y los hombres, a las cuales hace referencia la Convención del Patrimonio Mundial, junto con los bienes naturales y culturales.

Dentro de la categoría de paisaje cultural, la UNESCO ha reconocido tres subcategorías: los paisajes asociativos, donde la naturaleza está asociada con notables expresiones artísticas o culturales; los paisajes diseñados, producidos por la acción proyectual voluntaria; y los paisajes evolutivos, que se han establecido a partir de prolongadas interacciones entre el sistema natural y las prácticas humanas, especialmente las relacionadas con el manejo de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad. Los paisajes evolutivos, a su vez, incluyen paisajes relictuales o fósiles, que no son utilizados hoy con las prácticas que dieron lugar a su formación y donde sólo quedan de ellas testimonios arqueológicos, y paisajes vivos, donde las poblaciones actuales continúan las prácticas de sus antepasados y, con su capacidad innovativa, continúan produciendo paisaje[3]. En esta clasificación, claramente la Quebrada de Humahuaca constituye un paisaje cultural evolutivo vivo.

El paisaje y su producción histórica

En efecto, la Quebrada de Humahuaca es un sistema patrimonial resultado de la interacción continua entre un sistema geoecológico altamente representativo de la región andina sudamericana, y las sucesivas sociedades y culturas que se asentaron en ella durante los últimos diez mil años, con una continuidad espacio-temporal difícil de encontrar en otras áreas de los Andes, que se prolonga hasta el presente. El paisaje natural está integrado por: (a) un gran valle andino longitudinal ubicado entre los 2000 y los 3500 m de altura, con dirección norte-sur; (b) un conjunto de valles transversales; (c) áreas de laderas montañosas, que llegan hasta una línea de grandes cerros con nieves permanentes.

Estas áreas han constituido el escenario para gran parte de los desarrollos culturales de los Andes, desde los primeros poblamientos humanos hasta el presente. Han formado parte de las áreas nucleares de desarrollo agrícola prehispánico en el continente, más tarde fueron el asiento de algunos de sus primeros estados locales y el ámbito central de una de las más grandes civilizaciones anteriores a la llegada de los europeos: el Tawantinsuyo o Imperio Incaico. Durante los tiempos coloniales, fueron la principal área de producción agrícola de América del Sur, condición que mantuvieron hasta bien avanzado el período republicano independiente. Ello fue la base de importantes asentamientos humanos coloniales, tales co-mo pueblos de encomienda, haciendas y centros administrativos.

En el Siglo XIX, luego de las guerras de la Indepen-dencia y del período de guerras civiles anteriores al afianzamiento de la República, se produjo la consolidación de las antiguas poblaciones de la Quebrada de Humahuaca. En 1858 se regularizaron las trazas urbanas: se consolidó la cuadrícula, se normalizaron los anchos de calle, aparecieron las veredas (en algunos casos). Los antiguos sistemas de riego se adaptaron a estas innovaciones.

Durante el siglo XX, se fueron incorporando nuevas actividades. En las primeras décadas del siglo, se instaló un ferrocarril a lo largo de la Quebrada de Humahuaca como medio de transporte masivo y generador de desarrollo de las poblaciones existentes y de nuevos centros urbanos (Bárcena, Volcán, Colonia San José). Se sumó entonces una arquitectura y una actividad característica.

El último gran aporte cultural proviene del turismo. Durante la segunda mitad del siglo XX, familias de San Salvador de Jujuy, Salta y Tucumán adquirieron inmuebles en la Quebrada donde construyeron viviendas de veraneo. A éstas se fue agregando una todavía incipiente instalación hotelera, que alberga a la creciente corriente turística interesada en los atractivos culturales de la Quebrada de Humahuaca. Estos atractivos incluyen, no sólo las construcciones y sitios arqueológicos característicos de las sociedades y actividades humanas instaladas en la Quebrada durante su larga historia, sino un riquísimo patrimonio etnográfico.

En efecto, la actual población de la Quebrada de Humahuaca, étnicamente Coya o Kolla, es el sujeto colectivo de sistemas socioculturales que son la herencia de las antiguas culturas indígenas que pervivieron, con transformaciones producto de su contacto con los mundos español y moderno. Creencias y ritos, fiestas religiosas y profanas, música, culinaria, artesanías, estilos y técnicas constructivas, tecnologías agrícolas y otros conocimientos indígenas, constituyen los principales aspectos de este patrimonio cultural vivo, que contiene importantísimos componentes inmateriales.

En este espacio intercultural se ha recreado el cultivo de numerosas especies domesticadas en los Andes permitiendo la conservación de papas andinas, ocas, ullucos, quínoas, yacones, etc.
Las diferentes zonas agroecológicas están caracterizadas por diversas estrategias que, en la interacción hombre - naturaleza, han permitido el manejo sostenido de los recursos, manteniendo la impronta etno-gráfica y soste-niendo la cons-trucción de un paisaje donde se conserva gran parte de la bio-diversidad de los ecosistemas naturales.


La Quebrada de Humahuaca como ruta cultural

La Quebrada de Humahuaca no sólo constituye un ejemplo altamente representativo de las áreas de valles andinos, sino que además posee el excepcional carácter de sistema de rutas de vinculación física y articulación económica, social y cultural, tanto en dirección norte-sur, como este-oeste. Esta condición también se ha ido construyendo históricamente desde los primeros poblamientos humanos del Continente.

En la dirección oeste-este, gran parte de los estrechos valles transversales han servido, junto con la quebrada principal –y en parte continúan sirviendo- como vías de comunicación entre los distintos pisos ecológico-culturales que caracterizan al mundo andino y sus inmediaciones. Dichos pisos ecológicos son, de oeste a este: la costa del Pacífico, los oasis artificiales del desierto de Atacama, las punas, los valles de altura, los bosques andinos o yungas, las grandes planicies de oriente, constituidas en esta zona por la llanura chaqueña. Esas vías de comunicación fueron utilizadas desde tiempos prehistóricos por habitantes de distintas zonas que, utilizando sus caravanas de llamas como medio de transporte, estructuraron un comercio regional que vinculó las tierras, las poblaciones y los productos de todas esos pisos ecológicos. Tal intercambio ha sido característico de toda la región andina, combinado con el control directo por parte de distintas sociedades, de espacios ubicados en los distintos ecosistemas. Ambas formas de articulación y control ecológico se siguieron practicando en forma muy activa en la Quebrada de Humahuaca –aunque reemplazada la llama por el burro- hasta tiempos muy recientes.

Aún hoy estos antiguos caminos siguen siendo utilizados por las poblaciones actuales para sus actividades de subsistencia y sus prácticas comerciales, así como para realizar visitas y trámites de toda índole, para lo cual han reemplazado, aunque no totalmente, a los animales de carga por vehículos automotores. Probablemente, el más importante de dichos caminos sea la quebrada de Purmamarca, que se conecta a través del abra de Pibes o el abra de Lipán con las Salinas Grandes, la puna de Atacama, el salar de Atacama y sus pueblos-oasis (en territorio chileno) y el Océano Pacífico. Este camino ha sido usado desde remotos tiempos prehistóricos hasta el presente, y en la actualidad es el asiento de una de las más importantes vinculaciones carreteras entre el Atlántico y el Pacífico, a través del Paso de Jama.

En la dirección norte-sur, a lo largo del eje principal del valle de la Quebrada de Humahuaca, está situada la más importante vinculación física entre las tierras altas centro-andinas y las grandes llanuras templadas del sureste de Sudamérica. Ha sido ruta temprana de las migraciones de sociedades de cazadores y recolectores que completaron el poblamiento de América alrededor de diez mil años atrás. Luego fue el escenario de algunos de los episodios más tempranos de domesticación de camélidos, familia de animales perteneciente a las especies domesticadas en América. Diversas innovaciones tecnológicas típicas de los valles andinos –tales como sistemas constructivos, plantas y animales domesticados, terrazas, sistemas de riego y dispositivos agrícolas- se establecieron en la Quebrada de Humahuaca, junto con la cosmovisión y las formas de organización social que caracterizaron a sucesivas tradiciones culturales andinas.

Una línea de doce pucaras –asentamientos indígenas de ubicación estratégica en pequeñas lomadas- se fue instalando a lo largo de la Quebrada de Humahuaca, entre las actuales localidades de Volcán y Tres Cruces, hace alrededor de unos mil años, configurando uno de los conjuntos más notables del mundo andino por su notoria visibilidad. Hace unos seis siglos, la Quebrada de Humahuaca fue recorrida por los ejércitos Inka, que lograron incorporarla a su Imperio, convirtiéndola en camino para las materias primas cuya producción reorganizaron, y de contingentes humanos que iban a trabajar en la extracción de minerales, así como para la circulación de las noticias y los viajes de tropas y funcionarios necesarios para el mantenimiento de la cohesión política y administrativa de su vasto Imperio.

La Quebrada de Humahuaca constituyó luego el camino privilegiado para la penetración de las tropas conquistadoras y colonizadoras españolas en los siglos XVI y XVII, que, llega-das desde el Perú, fundaron el sistema de principales ciudades del noroeste argentino. Quedó así la Quebrada de Humahuaca incorporada al Imperio Español en América, del cual constituyó un tramo vital en el camino que conectó a Lima, su gran centro político y administrativo, con las posesiones del extremo sur del continente, el famoso Camino Real, a cuyo largo se construyeron postas para el recambio de caballos y el descanso de viajeros, pueblos de indios encomendados y casas de hacienda.

La independencia de los países sudamericanos convirtió a la Quebrada de Humahuaca en un escenario para el movimiento de tropas españolas y tropas criollas, que se desplazaban por ella en sus movimientos bélicos. También fue un escenario donde transitaron y guerrearon tropas de las dos grandes facciones (unitarios y federales) anteriores a la consolidación de la República. Finalizadas las Guerras Civiles, ya durante la segunda mitad del Siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX, se intensificó el tránsito comercial, consistente principalmente en tropas de ganado vacuno y ganado mular, que realizaba sus invernadas en distinto sitios de la Quebrada de Humahuaca y cuyos arrieros contribuyeron al patrimonio cultural con elementos provenientes de la cultura gauchesca de la región pampeana. En esa época también volvió a intensificarse el flujo migratorio que, proveniente de las tierras altas del sudoeste boliviano, continúa hasta nuestros días, incorporando continuamente nuevos y viejos elementos culturales andinos.


JUSTIFICACIÓN DEL VALOR UNIVERSAL EXCEPCIONAL

La justificación del valor universal excepcional, de acuerdo con lo exigido por la UNESCO para la primera inscripción de un bien en el listado tentativo de bienes del patrimonio mundial, incluye dos aspectos. En primer lugar, el cumplimiento de uno o más de los criterios establecidos en la guía operativa para la implementación de la convención del patrimonio mundial, en este caso para los bienes culturales. En segundo lugar, la existencia de garantías de autenticidad y/o integridad, para lo cual se ha practicado un inventario de las principales normas –incluyendo las que han declarado numerosos lugares de la quebrada como monumentos o sitios históricos nacionales-, y de los museos existentes en el área.


Criterios

La Quebrada de Humahuaca cumple con los siguientes criterios establecidos en la Guía Operativa:
· Se ha erigido como un testimonio excepcional de una tradición cultural que ha comenzado hace 10000 años y se mantiene hasta el presente (criterio iii).
· Sus diferentes manifestaciones culturales a lo largo del tiempo se han transformado en un ejemplo sobresaliente de la historia en un marco natural igualmente excepcional (criterio iv).
· Es el escenario de un establecimiento tradicional humano muy característico, sobre todo referido al uso de la tierra, de lo cual se ha conservado evidencia arqueológica, tecnológica y paisajística desde los albores de la domesticación hasta el presente, así como por la pervivencia de una gran diversidad de cultivos andinos. Constituye un paisaje de sustentabilidad en el tiempo y en el espacio (criterio v).


Garantías de autenticidad o de integridad

Normas legales de protección
Existe una serie de antecedentes legales que aseguran la integridad del Patrimonio de la Quebrada de Humahuaca.
Nacionales
1940. Ley 12665. Creación de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.
1941. Decreto 84005. Reglamentación de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.
1941. Decreto 95687. Declara Monumentos Nacionales la Capilla de Huacalera, Iglesia de la Candelaria y San Antonio de Humahuaca, Iglesia Santa Rosa de Lima Purmamarca, Iglesia de San Francisco de Tilcara, Capilla de Tumbaya y Capilla de Uquía.
1951. Decreto 9830. Régimen Impositivo de los Inmuebles declarados Monumentos Históricos.
1975. Decreto 370. Declara como Lugares Históricos a los Pueblos de Purmamarca y Humahuaca (en la Quebrada de Humahuaca), Yavi y Casabindo (en la Puna jujeña).
2000. Decreto 1012. Declaración como Monumentos Históricos Nacionales de los yacimientos arqueológicos de Coctaca, Los Amarillos, el Pucara de Tilcara y La Huerta.
Provinciales
1959. Decreto 2058. Declara Monumento Histórico Provincial a la Posta de Hornillos.
1982. Ley 3866. Protege y declara propiedad de la Provincia las ruinas, yacimientos y vestigios arqueológicos, paleontológicos, paleoantropo-lógicos e históricos de interés científico existentes dentro del territorio de la Provincia de Jujuy.
1984. Ley 4126. Creación del Parque Arqueológico de Coctaca.
1985. Ley 4179 y su modificatoria 5013 de 1997. Declaración de la actividad turística de Interés prioritario provincial y creación del régimen de promoción turístico.
1986. Carta Intención entre el Gobernador de la Provincia de Jujuy y el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO para la preservación de la Quebrada de Humahuaca.
1986. Ley 4559. Declara de interés provincial los trabajos de preservación y protección de los sitios arqueológicos de Inca Cueva y Sapagua, en el Departamento de Humahuaca, y Doncellas en el Departamento de Cochinoca, en la Puna Jujeña.
1990. Ley 4545 de protección del árbol y el bosque.
1993. Ley 4853. Ratificación del Convenio entre la Secretaría de Obras Públicas y Comunicaciones de la Nación y el Gobierno de la Provincia de Jujuy para el estudio y sistematización de la Cuenca Hídrica del Río Grande, en el sector Quebrada de Humahuaca.
1996. Ley 4927. Se dispone en todo el territorio de la Provincia el día 1º de Agosto la celebración de la Pachamama (Madre Tierra).
1996. Ley 4982. Ley Provincial de Cultura.
1998. Ley 5063. Ley General del Medio Ambiente.
1999. Ley 5122. Preservación, promoción y desarrollo de artesanías jujeñas.
2000. Ley 5206. Designa como Paisaje protegido la Quebrada de Humahuaca.
2000. Decreto 2319. Declara de interés prioritario los proyectos y programas que se formulen tendientes a postular a la Quebrada de Humahuaca para su incorporación en el Listado de Sitios de Patrimonio Mundial.
Municipales
1971. Ordenanza 006, para la Preservación del Pueblo de Purmamarca. La norma declara a Purmamarca y zonas aledañas Sector de Reserva Turística.
1986. Acta Adhesión de las Municipalidades de Humahuaca, Tilcara y las Comisiones Municipales de Huacalera y Purmamarca a la propuesta de recuperación, conservación, revalorización y explotación del Patrimonio de la Quebrada de Humahuaca con miras a lograr su declaración como Patrimonio Mundial.


MUSEOS Y SITIOS PATRIMONIALES ACONDICIONADOS PARA SER VISITADOS

HUMAHUACA
Ø Museo Folklórico Regional
Ø Estudio Museo Ramoneda
Ø Museo Arqueológico Municipal
Ø Museo de Artes Fernandez Mar
Ø Casa Museo Torres Aparicio

UQUIA
Ø Museo El Molino

TILCARA
Ø Museo Regional de Pintura José Antonio Terry
Ø Museo de Bellas Artes Hugo Irureta
Ø Museo Fundación Medardo Pantoja
Ø Museo de Esculturas Ernesto Soto Avendaño
Ø Museo del Escultor Alfredo Yacusi
Ø Museo de las Ermitas
Ø Museo Arqueológico Dr. Eduardo Casanova
Ø El Pucara de Tilcara y el Jardín Botánico de la altura

HORNILLOS
Ø Museo Histórico Posta de Hornillos
Ø Pucará de Hornillos

VOLCÁN
Ø Reserva Natural de Volcán

Sitios y monumentos históricos

Monumentos Históricos Nacionales
Ø Capilla de Humahuaca
Ø Capilla de Uquía
Ø Capilla de Huacalera
Ø Capilla de Tilcara
Ø Capilla de Purmamarca
Ø Capilla de Tumbaya
Ø Yacimiento arqueológico de Coctaca
Ø Yacimiento arqueológico Los Amarillos
Ø Yacimiento arqueológico La Huerta
Ø Pucara de Tilcara

Lugares históricos
Ø Pueblo de Purmamarca
Ø Centro del pueblo de Humahuaca

COMPARACIÓN CON OTROS BIENES SIMILARES

Desde el punto de vista natural, la Quebrada de Humahuaca es un paisaje altamente representativo de las áreas de valles mesotérmicos característicos de la región sudamericana de los Andes Centrales. Desde el punto de vista cultural, presenta una serie de atributos que le confieren un carácter excepcional con respecto a otros sistemas patrimoniales de la región.

Concentración espacial
Los componentes patrimoniales mencionados en el punto 3.3 se concentran a lo largo de un estrecho valle de unos ciento veinte kilómetros de longitud, con algunos otros sitios ubicados en las quebradas transversales a la quebrada principal.

Continuidad temporal
La interacción entre el sistema natural y las sociedades y culturas andinas se ha dado en la Quebrada de Humahuaca en forma continua a lo largo de por lo menos diez mil años.

Diversidad
La continuidad temporal, combinada con la concentración espacial, han dado como resultado un sistema paisajístico caracterizado por una rica densidad de componentes. Estos testimonian diversas etapas y momentos de ocupación humana del territorio, modalidades de producción del paisaje, tecnologías, estilos constructivos, ideas, conocimientos y creencias. Sobre un espacio natural de cierta homogeneidad, pero también ricamente diverso en Geoformas fenómenos hídricos y formaciones vegetales, se articulan así manifestaciones culturales de diversos orígenes prehispánicos, hispánicos, criollos y contemporáneos.

Ruta cultural
Como hemos visto, la Quebrada de Humahuaca ha constituido un espacio de intercambios culturales desde tempranos tiempos prehistóricos hasta el presente. Su doble condición de espacio de articulación entre los distintos pisos ecológicos andinos, por un lado, y entre la región andina y las grandes llanuras templadas del centro-este sudamericano –y a través de sus puertos, con el mundo europeo-, constituyen un rasgo absolutamente único entre paisajes semejantes en el resto del continente.


[1] Rabey, M. A., 1994
Conocimiento popular, recursos naturales y desarrollo: El caso de los Andes argentinos. En M. A. Rabey, ed., El uso de los recursos naturales en las montañas: Tradición y transformación: 201-212. Montevideo: UNESCO/MAB.

[2] WHC-92/CONF.002/2

[3] UNESCO, 2005, Guidelines on the inscription of specific types of Properties on the World Heritage List. http://whc.unesco.org/archive/opguide05-annex3-en.pdf

Proyecto LAS QUINTAS DE SARANDÍ

Instituto de Políticas Públicas
Director del proyecto: Mario Rabey

Diagnóstico preliminar

Localización de la zona de intervención

La zona de intervención del proyecto está ubicada dentro del área central-sur de la Región Metropolitana, en la costa del Río de la Plata, y en la faja de influencia directa de la Cuenca Matanza-Riachuelo, subcuencas de los arroyos Sarandí y Santo Domingo. Pertenece a la localidad de Avellaneda. Dista unos seis kilómetros del núcleo central de la Ciudad de Buenos Aires (Plaza de Mayo) y unos tres kilómetros de la desembocadura del Riachuelo. Ocupa un polígono con una superficie de aproximadamente 420 has. Tiene la forma de un trapecio, de aproximadamente 1.700 m por 2.300 m, con el lado menor coincidiendo con la ribera del Río de la Plata (límite NE). Los otros tres bordes son: el arroyo Sarandí (NW), la autopista Buenos Aires – La Plata (SW) y el arroyo Santo Domingo (SE).


Quintas de Sarandí: un espacio verde con gran valor patrimonial (para este punto y el siguiente, ver también Rabey 2006)

La zona de las “Quintas de Sarandí” es prácticamente el único relicto del gran agro-ecosistema periurbano de la ciudad de Buenos Aires, tal cual existió durante el siglo XIX y, en muchos casos, hasta bien entrado el siglo XX . Establecido en una porción del hoy casi desaparecido ecosistema natural de la Selva Marginal Costera del Paraná - Plata, es el producto de la transformación agrícola de dicho ecosistema por parte de inmigrantes del norte de Italia (particularmente de la región de Génova), quienes trajeron sus ricos conocimientos y prácticas campesinas. Aplicando esos conocimientos y prácticas, organizaron allí un sofisticado y original sistema de canales para riego y navegación. El uso de los canales para riego permitió el establecimiento de una importante superficie de pequeñas fincas agrícolas campesinas periurbanas, que fueron durante décadas una de las fuentes principales de aprovisionamiento hortícola para la ciudad de Buenos Aires. Además, se estableció allí una importante agroindustria artesanal vitivinícola, que le dio una marca identitaria a la zona –que se conserva hasta el presente-, como la productora de los buscados vinos de la costa, una actividad que se ha conservado, aunque cada vez más deteriorada, hasta el presente. Los canales fueron también usados para la navegación en pequeñas embarcaciones a vela y remos, que permitían transportar personas y bienes entre las Quintas y el puerto de La Boca. Este uso fue abandonado completamente a mediados del siglo XX, con el desarrollo de las vías terrestres de comunicación.


Degradaciones del paisaje cultural

Las importantes perturbaciones ambientales producidas en toda el área a causa de la degradación de la Cuenca Matanza-Riachuelo, como es bien sabido, se potenciaron exponencialmente a partir de comienzos del período económico de sustitución de importaciones (décadas de 1930 y 1940). En este período, la zona de las Quintas recibió dos grandes conjuntos de impactos. Por un lado, los provenientes del vertiginoso deterioro de la calidad de las aguas del Riachuelo y de los cursos de los arroyos Sarandí y Santo Domingo. Por otro lado, el impacto –si bien algo menor que el anterior en términos materio-energéticos, importantísimo en términos de pérdida de información eco-cultural -, producido por la instalación y consolidación del Polo Petroquímico del Dock Sud. El primer conjunto de impactos consistió en un deterioro muy grave en la calidad de las aguas utilizadas para riego en las Quintas –proveniente del Río de la Plata y de ambos arroyos-, al punto tal que hizo cada vez más difícil el cultivo de hortalizas, porque se debió utilizar casi exclusivamente para este fin el agua de lluvia, con lo cual la zona fue perdiendo su principal ventaja, la disposición de agua para riego en gran abundancia, no sujeta a variaciones estacionales. También llevó a una situación crítica la producción de uva para vino, si bien sigue existiendo una superficie variable de viñas en las Quintas. El segundo conjunto de impactos consistió en un fuerte aislamiento de la zona, que terminó de completarse con la construcción del Acceso Sudeste desde el Puente Nicolás Avellaneda y, más tarde, con la primera fase del relleno de tierras por el CEAMSE, en Villa Domínico.


Situación actual: potencialidades y conflictos

La implementación del Plan Integral Matanza-Riachuelo permitirá –en el mediano plazo- una gradual recuperación de la calidad de las aguas. En cuanto a la situación generada por el Polo Petroquímico y el CEAMSE, también es previsible un mejoramiento gradual de la situación. Esta perspectiva, combinada con la persistencia del paisaje cultural de las Quintas –incluyendo importantes manchones del ecosistema natural Selva Marginal Costera-, constituye la principal potencialidad intrínseca de la zona de intervención para su inclusión en proyectos de desarrollo sustentable y, en particular, para la creación de un espacio verde de importantes dimensiones, incluso en referencia a la escala metropolitana . El agro-ecosistema conserva los grandes patrones que tuvo en su apogeo hacia 1930 –y que son claramente visibles en las imágenes satelitales y las fotos aéreas-. La población actual, relictual del sistema sociocultural campesino ya mencionado, que se sostuvo hasta mediados del Siglo XX, sigue conservando algunas prácticas tradicionales de manejo del suelo y del territorio. Pero en los últimos años, se ha instalado un nuevo conflicto socio-ambiental en la zona, centrado en la práctica de recibir en la zona una gran cantidad de los residuos provenientes de demoliciones de viviendas antiguas del centro y sur de la región metropolitana, una situación que se ve incrementada por el auge en la construcción de los últimos años. Trasladados en contenedores abiertos sobre pequeños camiones, con guinche, son depositados en gran cantidad sobre los suelos de las parcelas locales, lo cual puede representar un ingreso monetario relativamente importante para varios pobladores. El relleno se ha venido realizando sin control, y no parece haber estado sujeto a ninguna regulación ni –mucho menos- planificación. Pero durante los últimos dos años, la Municipalidad ha organizado el volcado de materiales inertes en la costa, actualmente muy degradada, en lo que puede ser, si se toman los recaudos necesarios, una manera de obtener tierras apropiadas para la recreación pública costera, como ya ha sucedido en varios Municipios ribereños de la zona norte del área metropolitana, especialmente en Vicente López y San Isidro.


Material fotográfico y ubicación satelital del área

Puede consultarse en las páginas Panoramio de Mario Rabey: http://www.panoramio.com/user/596826/tags/Las%20Quintas%20de%20Sarandí

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